Con Ángel, al igual que con las
otras dos actrices protagonistas, ya había trabajado anteriormente. Con Anna
Elías escasamente hacía un par de meses en un corto. Con Marina Fita, si no me
falla la memoría en cinco proyectos. Ninguno de nosotros había hecho nada como
Tabula Rasa, pero había suficiente confianza entre nosotros para saber que se
intentaría hacer lo mejor posible.
Para poder llegar a la
localización de la entrada a la mina donde se esconde el vampiro, en el
desierto de Monegros, se quedó a las 5:00 a.m. Eran cuatro horas para ir, y otras
cuatro horas para volver.
Dos semanas antes fuimos a rodar planos
generales y detalles, y tuvimos una temperatura de -5º, ya que se filmaba en
Enero. Hacía tanto frío que costaba sacar las manos para apretar el botón de
grabar de la cámara. Cuando ya llegó el momento de rodar “de verdad”, nos
llevamos todo tipo de ropa temiendo al frío. Como nos pasó aquella vez, una
densa niebla nos saludo, pero según salía el sol nuestro temores se disiparon.
Hizo un día soleado, gracias al cual con una fina chaqueta lo soportabas
bastante bien.
En mi caso(y creo que en el de
todos), era la primera vez que rodaba un tiroteo, a lo cual añadir que era en
un río seco en el desierto, con sus impresionantes paisajes. Coordinar a esas
cinco personas armadas hasta los dientes mientras intentaban matarse, supuso un
reto muy estimulante.
Un viejo amigo, Emilio Yanguas, se
encargó de coordinar a la figuración que haría de mercenarios. Incluso Emilio
interpreta dos personajes: el mercenario que sale por una puerta en lo alto de
una montaña, y el primero de los refuerzos que matan. A los dos personajes los
mata Ula con su fusil de mira telescópica. Toda la figuración que hacía de
Mercenarios eran madrileños, y nos coordinamos para salir de Barcelona y
Madrid, para llegar a la misma hora en aquel punto seco y frío en medio del
desierto de Monegros. Nuestros Mercenarios tuvieron algún problemilla y se
perdieron por el desierto, y los móviles en esas latitudes no tienen cobertura.
Por suerte, fueron capaces de dar con el punto de encuentro, y fue un placer
trabajar con ellos.
Ángel Vidal, amigo inseparable que
ha trabajado en casi todos mis proyectos, aceptó abandonar sus papeles del
“graciosillo” que se liga a las chicas, para convertirse en todo un
cazavampiros. Además, con su estudio QualsevolStudio, nos hizo los títulos de
créditos finales y la intro de la webserie.
Dos semanas antes de empezar a
rodar perdimos la localización de la mina. Llevaba más de diez años abandonada
y abierta, pero alguien se haría daño al entrar y decidieron cerrarlo. Tocó
buscar otra mina y rehacer storyboard, guión técnico y plan de rodaje.
Finalmente conseguimos encontrar
una mina que sustituyera la que habíamos perdido. ¡Y resultó que allí hacía más
frío que en el desierto! Fue debido a que la mina atravesaba una montaña, de
punta a punta, y tenía salida por los dos extremos, no la habían bloqueado. Una
semana antes de comenzar a rodar sus secuencias, el actor que hacía de vampiro
nos dejó tirados. En ese margen de tiempo se tuvo que buscar sustituto,
vestuario, colmillos que se adaptaran a su boca, etc, etc.
Algunos planos detalles e insertos
se rodaron en otra mina. Eran planos como por ejemplo el del murciélago o las
vías de las vagonetas suspendidas en el vacío. Como acceder a esas minas era un
verdadero peligro, decidí ir yo sólo con un par de amigos que se dedican a la
espeleología y la escalada.
Aunque Lucía Sances me ha
demostrado durante el rodaje que es una chica muy valiente, preferí no correr
riesgos. Aquello era verdadera espeleología: tenías que quitarte todo el equipo
y pasar arrastrándote por pequeños agujeros. Descender por una mina de 8
niveles bajo tierra(sólo bajamos 6), y al estar en invierno, en la parte al
nivel de tierra temperaturas bajo cero, pero según ibas bajando, hacía más
calor y te tenías que quitar la chaqueta.
Todos los valientes que fuimos a
rodar al desierto.
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